No es la primera vez que un preparador se inventa un TT como si fuera un R8, ni deja por ello de ser una especie de “quiero y no puedo”.
Prior-Designse ha tomado la molestia de tirar unos años para atrás y recoger la
estela del TT de primera generación para voltearlo y que se parezca al
menos de lejos a ese deportivo que brama con un V8 (o un V10 claro).
Lo más sencillo para estos casos es acudir a las
famosas branquias del R8en color negro, estratégicamente bien colocadas a los lados del frontal
y de la trasera consigues ese poderoso efecto visual. Está claro que no
puedes dejar las cosas así y para ello quedan bien un nuevo parachoques
más muscular en el frontal (al que por cierto le vendrían bien unas
luces LED, es una idea) y un generoso difusor trasero en el que derivar cuatro salidas ovaladas en formación de a dos.
El complemente ideal para este maquetado del TT son unas buenas llantas
de aleación que traten de congeniar bien con el diseño realizado.
Prior-Design ha elegido unas amplias
llantas de cinco aspas en “Y”con un tono grisáceo y sobre un base de color plata metalizado, una
buena forma de combinar con el gris de la carrocería y crear unos
cuantos reflejos.
Hay algo que se echa en falta aquí y son las bandas en negro o gris
mate que el R8 lleva en sus laterales posteriores y que por ejemplo sí
se encargó de añadir al TT Caractere. En cuanto a cambios se queda bastante corta si la comparamos con la del Pogea, con 600 caballitos bajo el capó y unos buenos frenos tomados de Lamborghini.
Este TT en cambio se queda con el famoso propulsor V6 de 3.2 litros y
250 CV con tracción quattro, una elección siempre interesante pero poco
ahorrativa. Probablemente ya le hayamos dicho el adios definitivo.