Renault Clio Williams Ases del camino
Revista Parabrisas Nro 201. Julio de 1995
(Test disponible gracias a la amabilidad de Luis Astrada)
En la montaña, el Williams mostró poco despeje al piso. El de Rally fue un tractor
El Clio Williams es un auto capaz de hacer sentir al conductor más tranquilo un auténtico piloto de fórmula. Tal vez, esta sea realmente la intención. Que nació cuando la fructífera asociación entre Williams y Renault -ganaron tres títulos en la Copa de Constructores de F.1- se trasladó a las calles sobre este personalizado Clio. Y que continúa a partir de que se comienza a conducirlo, donde uno casi se siente un elegido: se construyeron sólo 2.500 ejemplares, de los cuales, 200 llegaron a Argentina.
Este auto, tributo a una de las asociaciones más exitosas de la F.1 es, desde su apariencia, una promesa excitante.
Todos los Clio Williams son originales azules, color característico del constructor inglés de Formula 1.
La personalización, también alcanza a las llantas Speedline de aleación ligera y vistoso color dorado, la firma de Williams junto a la de Renault, el sugerente buche sobre el capot -que induce a pensar en una potente motorización- y un pequeño y bien integrado alerón trasero. El estilo general no presenta dudas: es sobrio, con rasgos deportivos y agresivamente personal.
Más de 2.000 kilómetros recorridos en ruta, montaña y pista de pruebas nos habilitaron para comprobar que las promesas de este auto se hacen realidad a partir del primer contacto.
Con un motor de 147 CV, el Clio Williams alcanzó casi 215 Km/h en nuestra pista, lo que nos puso rápidamente en antecedentes. Las restantes pruebas, fueron consecuentes con esta performance: 0 a 100 Km/h en 7s5, 0 a 1.000 metros en 28s3 -con una velocidad de salida de 182.900 Km/h- y de 40 Km/h a 1.000 metros en quinta marcha en 34s5. Sin embargo, el Clio Williams se comporta también en forma muy inocente, a través de una amplia gama de utilización del motor. Se puede circular en quinta a 40 Km/h y acelerarlo sin ningún tironeo o vibración, gracias a su estupendo torque y a una caja muy bien relacionada. Estos significativos valores sorprenden tanto como el consumo: en ciudad, recorre casi nueve kilómetros por litro y 11.90 a 100 Km/h. También sorprende el confort, no siempre habitual en autos de estas características. Muy espacioso adelante, las butacas son impecables. Se trata de unidades de competición bien acolchadas -con apoyacabezas solidarios-, envolventes, con muy buena terminación y el logotipo Williams en el respaldo. Contienen firmemente el cuerpo sin penalizar la comodidad. Atrás, el espacio es muy contenido, lo que sumado a su condición de berlina dos puertas, hacen que tanto el ingreso como la permanencia en el interior no se tan placentera.
Perfil con estilo muy logrado; sobrio y agresivo. Las llantas doradas lo realzan
Excelente la visibilidad del panel, favorecida por el agradable color azul de fondo de los instrumentos. Además de los relojes de aguja comunes a cualquier Clio normal -velocímetro, cuentavueltas, marcador de combustible, de temperatura y nivel de aceite- tiene marcadores de presión y temperatura de aceite que, junto al que indica el nivel del lubricante del motor, van alojados en un pequeño tablero central. Los comandos son muy accesibles y de acción precisa y el interior presenta numerosos espacios para guardar objetos.
También es muy bueno el tacto del volante, el comando de la caja -preciso y ágil- y la ubicación de la pedalera que, como corresponde a un deportivo, tiene pedales de acelerador frenos, ubicados muy juntos. Llama la atención la ausencia de AC, cuyo compresor no puede ser adosado al motor debido al tamaño de este. El hábitat se destaca, además, por la impecable terminación general e insonorización. Esto, sumado a la capacidad del Clio Williams para circular en marchas bajas, su corta distancia entre ejes y la dirección asistida, lo hacen muy apto para la ciudad. Sólo la dureza de las suspensiones conspira contra su confort, especialmente en calles empedradas y terreno desparejo, como el ripio que encontramos en las serranías cordobesas. Allí, también lo comprometió su escaso despeje al piso, debiendo circular con precaución ante desniveles y piedras sueltas. En cambio, las suspensiones brillaron en el pavimento, donde su tenida y gran capacidad de viraje sobresalieron en curvas veloces, permitiendo trayectorias y cambios de sentido de marcha muy precisos. Aunque no conviene excederse sobre piso irregular. Después de muchos kilómetros recorridos, este Clio Williams brinda la extraña sensación de que va mejor cuanto más rápido se anda: algo para tener muy en cuenta y tomar precauciones.
Los vados hay que pasarlos con cuidado; la toma de aire apunta hacia abajo y puede entrar agua al interior del motor
En ese sentido, su seguridad es estupenda. Muy buenas las luces, con faros rompeniebla que complementan bien el haz delantero. Los frenos son óptimos, aunque se impone el ABS, ya que exigiéndolos con las gomas apoyadas sobre pisos diferentes -por ejemplo, en las señalizaciones de la ruta-, el auto se desacomoda. Muy buenos los cinturones inerciales combinados, especialmente los delanteros, que cuentan con el auxilio de las butacas. La visibilidad también es buena, como el funcionamiento de los retrovisores eléctricos.
Este Clio Williams justifica los 30.500 dólares que hay que pagar para tenerlo. Porque es un auto con mucho temperamento que no penaliza estilo, confort y seguridad, ingredientes básicos para que las emociones fuertes sean disfrutadas plenamente.
Renault Clio Williams RallyAlegres y satisfechos por haber viajado hacia Córdoba -mas de 800 kilómetros- con el Clio Williams normal, suponíamos que hacer una prueba de manejo con el Clio Williams Rally del múltiple campeón Gabriel Raies, no iba a ser muy complicada. Después de todo, pensábamos, este era derivado de aquel, ¿que dificultad podíamos tener... ?. Luego, pudimos comprobar que estábamos bastante equivocados.
A la vista nomás, el Clio Rally comienza a separarse de su hermano. Muy despegado del piso, alto, de aspecto amenazador montado sobre sus Michelin para tierra y ripio, tiene cubrepiedras en cada guardabarros. En el interior, las diferencias son aún mayores. El habitáculo está absolutamente vacío salvo por la presencia de las estrechas butacas, los gruesos caños de la jaula antivuelco, el completo panel de instrumentos, la rueda de auxilio, el matafuegos, y la larga palanca de cambios de la caja.
"Te va a costar poner los cambios -anticipó Raies- son muy duros, Si ves que "cantan", no importa, dale igual que así entran. También el embrague es duro. Tené cuidado, cuando el motor tenga un rateo no lo sigas pisando en esa marcha, bajá un cambio, porque si no, cuando se acomoda la carburación, sale como un cohete...", terminó advirtiendo "El" Gabriel. Al día siguiente, tempranito, nos encontramos en la parte más alta de El Cuadrado, un circuito de montaña que Satanás Raies conoce muy bien, a más de 1.200 metros sobre el nivel del mar. El Clio Williams de Rally lucía muy bien terminado e impecable, mérito del grupo que comanda Raies.
Arando la tierra y levantando polvo, el Clio muestra todo su potencial acelerando
Efectivamente, poner la primera marcha fue difícil y también graduar con el pie izquierdo la presión sobre el embrague. Luego de algunos intentos, arrancamos. La primera impresión fue brutal. El Clio copia todo lo que encuentra a su paso, hasta el más mínimo desnivel se siente en las costillas y más abajo... Imaginen lo que es esto en un camino de ripio con subidas y bajadas. Las otras marchas entraron no sin cierta resistencia. La respuesta de los 224 CV del motor, también fue brutal. Nos hacía dudar de la marcha que teníamos puesta en cada momento -el auto estaba relacionado muy corto, para el Rally de La Rioja- pero distraer la atención no era lo más indicado en un camino sinuoso. Lo dicho, el cuatro cilindros elaborado por Berta acelera de manera salvaje y hay que tener el volante muy firme para que no se escape de las manos. Si a esto le sumamos que siempre había que doblar y la presencia de una caja de seis marchas, piensen en nuestra confusión inicial. El Clio también nos complicó por la dureza de las suspensiones, ya que venía rebotando violentamente. En más de una ocasión, notamos que alguna rueda quedaba en el aire, pero el Clio seguía arando la tierra. Otra cosa notable fue la aptitud que tiene para pasar por arriba de cualquier cosa que tenga 30 o 40 cm de altura. Se levanta y vuelve a caer sin que se pierda sensación de seguridad. Es tan duro que no tiene inclinaciones que permitan advertir algún riesgo, por eso debe ser un auto peligroso para cualquier desavisado. Tal como estaba relacionado, comprobamos que todas las marchas se podían poner enseguida, luego Raies nos dijo que tirando los cambios, se podía colocar la sexta marcha a 360 metros.
En el ripio, el Clio de Rally es ruidoso, duro, incómodo y con reacciones brutales. Pero brinda mucha seguridad
El rateo del motor saliendo despacio de alguna curva y en marcha alta, nos indicó que la gama de potencia arrancaba de muy arriba -a partir de las 5.000 rpm-, sin embargo, es bastante amplia ya que llega a las 8.000 rpm, donde está fijado el corte eléctrico para impedir excesos. Hasta la cuarta marcha, este Clio patinó en todos los cambios, lo que gráfica el potencial del motor. El pedal de frenos es duro como una piedra y hay que aplicar una fuerza cuatro o cinco veces mayor que sobre cualquier auto de serie, pero una vez acostumbrados, frenamos bien.
Cuando nos hicimos más amigos de este arisco Clio, comenzamos a disfrutar algo de sus aptitudes. Elegimos algunas trayectorias, lo pisamos sin miedo en una recta larga que tenía un cruce de agua y encaramos algunas curvas ciegas sin vacilar. Dolor en los huesos y placer se mezclaban con precauciones: nunca descuidamos las reacciones de este Clio, especialmente acelerando. Relacionado como estaba podríamos alcanzar los 190 Km/h, pero con otros engranajes se puede llegar hasta 225 Km/h.
Confundidos por tanta "información", golpeados y con manos así de coloradas por la dirección y palanca de cambios, nos bajamos luego de unas doce o quince idas y vueltas por el tramo, como si hubiésemos estado en la Montaña Rusa. Pero con una diferencia, nosotros éramos los únicos responsables de la pavura y la diversión. Esa mezcla, a veces incógnita y a veces alegría, fué la gran sensación que nos llevamos de este Renault Clio Williams Rally de Gabriel Raies que, además, en pocos días podrá decir en el Rally de Argentina si es el gran auto de carrera que parece.
Texto: Ricardo Delgado
Fotos: Juano Fernández
VEL. MÁXIMA: 214.700 Km/hPromedio de dos pasadas en sentido contrario